Entrada de Ángel De la Cruz en http://cincuentaytresdias.blogspot.com.es/2012/04/que-hacer-en-andalucia.html
Desde la misma noche de las elecciones
andaluzas del 25 de marzo asistimos a una tromba de opiniones e
injerencias (tanto internas como externas) con el propósito de
influir sobre la decisión que IU adopte ante el nuevo escenario
político abierto en Andalucía. La maquinaria mediática, mayormente
al servicio del PSOE, se puso en marcha desde el minuto 0 y consiguió
sembrar el desconcierto y la confusión especialmente entre los
militantes de IU, que han recibido más información de los
medios que de su propia organización. IU perdió nada más empezar
la primera batalla de la guerra de correlación de fuerzas que supone
toda negociación. No sólo fue con unos resultados muy inferiores
(“tan sólo” 12 diputados), sino que además fue y va atada de
pies y manos.
Es en los momentos complicados como en
el se encuentra IU Andalucía donde se ve la capacidad de liderazgo
de cada dirigente. Una de las cualidades indispensables que tiene que
tener un dirigente (o líder en una sociedad mediatizada)
es la prudencia. La prudencia suficiente para que la situación no se
le escape de las manos y la calma suficiente para no sembrar o
permitir que se siembre el caos entre sus militantes. Sin prudencia y
sin calma no se puede hacer un análisis correcto; sin prudencia y
sin calma no se puede extraer la voz original de los ecos.
Dije en un anterior artículo
titulado Lo que no debe olvidar IU Andalucía que la opción
de pacto de gobierno con el PSOE se presentaría con más fuerza de
lo que a mi juicio debiera y que de ser así entrarían en conflicto
otros intereses que no permitirían estudiar con la exhaustividad que
merece la ocasión las otras opciones. Tanto ha sido así que algunos
han perdido el norte y como por arte de biribirloque han olvidado
algunos conceptos básicos de los cuales, incluso, se consideraban
rehenes.
Un dirigente -o militante- es digno de
considerarse como tal cuando es capaz de sostener la misma línea
política y discursiva todos los días del año; en campaña, en
negociación, en oposición y en gobierno. Una organización es más
digna cuanto menos distancia, en todos los aspectos, hay entre la
dirección y la militancia.
La Casa Común y la Unidad de Acción
de la Izquierda
El término izquierda no dice
absolutamente nada si detrás de él no hay un programa y unas
propuestas concretas. Decía Lenin (algunos lo seguimos reivindicando
sin ruborizarnos) que a una persona de izquierdas hay que mirarle las
manos, no la boca. Casi en el mismo sentido dijo ese buen hombre
llamado Jesucristo que por sus actos los conoceremos.
La simbología, las siglas y las
liturgias están muy bien para determinados momentos pero no
dictaminan la ideología o la línea política de un partido. Lo que
sí la dictamina son sus hechos, sus acciones, sus políticas
concretas, hoy en día ya ni siquiera vale el programa ya que éste
no representa ningún tipo de contrato con el elector, es un sucio
guiñapo.
Desde tiempos inmemoriables, o lo que
es lo mismo; desde que la progresía de bien ha temido un
ascenso del o los partidos a su izquierda, se empezó a construir el
mito de la Casa Común y de la Unidad de Acción de la Izquierda.
Estas construcciones místicas vienen a decirnos en realidad algo así
como que la izquierda y sus diferentes partidos deben juntarse cual
refrito de siglas con tal de “parar a la derecha”. Por otro lado
la perogrullada de la unidad, per se, la subscribiría toda
persona de izquierdas ya que con la unidad venceremosy ante un
enemigo tan ferozmente organizado no caben los egos y los purismos.
Ahora bien, estas ideas de Unidad y
Casa Común son cuentos chinos principalmente por dos cuestiones de
base: la primera y más fundamental es que toda Unidad de Acción de
la Izquierda se debe basar en un Programa, no en cuestiones
abstractas ya que los debates sobre lo concreto nos unen o nos ponen
a cada uno en nuestro lugar; la segunda es que “la derecha” no es
sólo quien la representa simbólicamente, es, en resumen, quien hace
políticas de derechas.
Estas dos cuestiones básicas ponen de
relieve la imposibilidad de formar una Casa Común y la Unidad de
Acción con el PSOE, pues éste hace ya mucho tiempo que se pasó a
la orilla del capitalismo, es decir de la miseria y la explotación,
de esos entes intangibles hoy llamados 'mercados'. No creo necesario
soltar una retahila de traiciones y políticas de derechas cometidas
por el PSOE. Basta simplemente con lanzar dos preguntas al aire: ¿el
PSOE está dispuesto a enfrentarse a la dictadura financiera del
capital? ¿el PSOE está dispuesto a abrir la brecha o a cementarla?
No caer en la reacción
Dentro de la izquierda pecamos de
algunos vicios propios de la derecha. El fascismo es la negación
máxima del pensamiento. Para Franco todos eran comunistas, ya fueran
socialistas, anarquistas o liberales. Hoy en día vemos cómo gente
de izquierdas cae en esa misma actitud y no es capaz de vislumbrar
distintos grados de derechización. A veces caemos en el error y
acusamos de fascista a cualquiera que no comulgue con nuestras ruedas
de molino. Eso nos pasa básicamente cuando no tenemos los argumentos
suficientes como para dar la batalla intelectual. Olvidamos con
facilidad que la revolución empezará cuando las mentes se
despierten y piensen y que para eso es necesario que algunos
sacrifiquen su tiempo y estudien mucho.
Si a estas actitudes le sumamos el ego
y la pureza de la izquierda obtenemos como resultado un izquierdismo
(entendiendo ésto como la enfermedad infantil que describió Lenin)
muy barato y muy simplista. Personalmente siempre he sido un
ferviente defensor del discurso de las dos orillas, creo que PP y
PSOE están en la misma orilla, ambos son enemigos de la clase
trabajadora pues ambos son partidos capitalistas o serviles al
capitalismo. Ahora bien, ¿podemos decir que PP y PSOE son lo mismo?
No.
PP y PSOE están en lo mismo, pero no
son lo mismo. Sus diferencias en temas económicos son de escasas
décimas, pero cabe recordar que un partido no son sólo sus
dirigentes, sino también sus militantes y sus votantes, por ejemplo.
Todos tenemos conocidos que se consideran y son, en la práctica,
personas de izquierdas y votan al PSOE. Forma parte de la alienación,
de la hegemonía política y cultural del capitalistmo y de sus
consiguientes consecuencias; véase la Ley Electoral o el votar al
caballo ganador.
Un pacto, sea con quien sea, no es malo
en sí. Lo que lo califica es su contenido. Los comunistas, desde
tiempos del propio Lenin buscamos alianzas y huimos del sectarismo y
del izquierdismo tan común hoy en día por la falta de perspectiva.
La realpolitik comenzó con el pacto de Ribbentrop-Mólotov.
Ese mismo pacto fue utilizado y sigue siendo utilizado como punta de
lanza hoy en día por cierta izquierda pura, pero lo cierto es
que gracias a ese pacto los soviéticos ganaron la guerra y libraron
al mundo de la amenaza nazi.
… ni en la servidumbre
Es una lógica incuestionable: IU sube
cuando “radicaliza” su discurso. Consiguió los mejores
resultados electorales cuando se “separó” del PSOE, hecho que le
hizo tener que soportar inefables campañas mediáticas como la de la
“pinza”. Perdió cuando ella misma se creyó e interiorizó
dichas campañas. Llegaron las palmas al PSOE y casi desaparece.
Volvió a atreverse, aunque fuera tan sólo un poquito, y volvió a
crecer. En Andalucía se juega parte de su futuro; se mostrará al
resto del Estado como muleta o como alternativa. Si se muestra como
alternativa seguirá creciendo y probablemente alcanzará cotas
históricas. Si cae en la trampa y no se libera de sus complejos
perderá o, en el mejor de los casos, se estancará.
El éxito de IU especialmente en las
dos últimas elecciones (generales y autonómicas) se debe
principalmente a la efectividad de su campaña, directa, frente al
bipartidismo. Con una crítica no muy mordaz pero sí efectiva y
constructiva IU ha sabido situarse en la otra orilla. Podemos afirmar
que la mayoría de votantes de IU no quieren que gobierne el PP, pero
del mismo modo podemos afirmar que la mayoría de votantes de IU no
quieren regalar sus votos al PSOE del paro y la corrupción, mucho
menos a cambio de nada o de migajas.
IU debe profundizar en su refundación
y debe convertirse radicalmente en un proyecto federal, republicano y
anticapitalista. Dicha refundación y, obviamente, dicho proyecto es
incompatible con la sumisión al PSOE que supondría pactar con él a
primeras de cambio. Una de las cualidades más importantes que tiene
una organización política, especialmente una de izquierdas, es la
coherencia entre sus palabras y sus hechos. El pueblo llegado el
momento no evalúa buenas intenciones sino hechos.
Nadie puede asegurar acertar, pero sí
no equivocarse
Debido a nuestro contexto
político-social, IU se encuentra en una encrucijada permanente: como
Paco Ibáñez, haga lo que haga lo van a considerar mal. Sin embargo,
por supuesto que existen garantías para que IU no se equivoque. Lo
primero es entender que se debe única y exclusivamente a sus
militantes y a sus votantes. A nadie más. Lo segundo es convocar
todas las asambleas abiertas y participativas posibles para,
posteriormente, convocar un referéndum vinculante y limpio, sin
coaccionar a nadie. En este punto los militantes deben estar a la
altura y hacer oídos sordos a los cantos de sirena. Decía
Diamantino, el cura de los pobres, que lo único bueno que viene
de arriba es la lluvia.
La corrupción (de todos los tipos) es
algo innato del sistema capitalista. Es vergonzoso y repugnable pero
relativamente “normal” que a algunos dirigentes se le hagan los
ojos chiribitas al divisar una consejería, un sillón y 30 segundos
de protagonismo en el telediario. Es una obligación de los
militantes de base marcar la dirección política de su organización.
Es tarea, pues, de los militantes de base reconducir la situación y
ponerle algo de sentido común al proceso abierto tras el 25-M. No
valen llantos ni pataleos infantiles. No valen los “si hay pacto me
salgo”. Lo que vale es opinar, hablar, escribir, moverse, intentar
convencer al resto.
La tarea de la izquierda: construir
hegemonía
No digo nada nuevo si afirmo que el
principal obstáculo de la izquierda transformadora es quien usurpa
su lugar recogiendo votos con la mano izquierda, haciendo políticas
de derechas y taponando el posible auge de los que aspiran a
subvertir el orden. Es decir, el principal obstáculo de la izquierda
transformadora es el PSOE, primero por su condición de “caballo de
Troya” y segundo porque comete políticas de derechas con el doble
delito de cubrirse en unas siglas y en una historia de izquierdas.
Hay que recordar que el sentimiento es recíproco y el enemigo del
PSOE es IU: no cambiaron la Ley Electoral porque siempre han
preferido que gane el PP a que IU suba. Sin ir más lejos, con una
Ley Electoral proporcional el PP hoy no tendría mayoría absoluta.
Puede no gustar, pero lo cierto es que
si IU sube lo haré “a costa” del PSOE. Hoy, la primera y más
indispensable tarea de IU y de la izquierda en general en construir
la hegemonía de la que hablaba Gramsci. Primero en la calle y luego,
si eso, en el parlamento. Nos toca leer la situación y preguntarnos:
¿cómo construimos hegemonía? ¿cómo abrimos un proceso
constituyente que desemboque en un nuevo escenario?
Daniel Mari Ripa, en un fantástico
artículo publicado en El Viejo Topo 285 nos dice que el PSOE es una
estaca sobre la cual tenemos dos opciones: debilitarla o derribarla.
Si no se encuentra lo suficientemente debilitada e intentamos
derribarla lo único que puede pasar es que se produzca un efecto
boomerang que termine yendo contra nosotros. Para mí, un ejemplo de
ésto último fue, o será, la decisión soberana (lo que dicen las
bases va a misa) de IU Extremadura. El PSOE se debilitó pero no lo
suficiente, ni mucho menos, como para darle laestocá que podría
haber significado dejar que el PP gobernara.
¿Cómo debilitar al PSOE para
construir hegemonía y erigirnos como alternativa? Griñán nos ha
dado una pista: dice que no aceptaría sólo un pacto de investidura.
Esto, para los que somos menos avispados, quiere decir que lo peor
para el PSOE sería un gobierno en minoría por razones obvias. Esta
opción los debilitaría mucho pero cuidado porque es posible tensar
la estaca más de la cuenta y que se produzca el efecto boomerang,
que es exactamente lo que pasó en la propia Andalucía años atrás.
Hay que saber hasta dónde tensarla y cuándo intentar derribarla. En
un gobierno en minoría del PSOE, si IU no tiene cintura, convocarían
elecciones anticipadas alegando inestabilidad y, de nuevo, IU se
hundiría. Primero debilitar, luego derribar.
Ahora bien, si una fuerza política que
aspira a transformar la sociedad no es capaz de administrar una
oposición para salir beneficado ante un gobierno en minoría, se
puede retirar. Es la opción y la etapa más difícil pero IU en su
historia siempre ha ganado cuando se ha arriesgado. IU tiene que
volver a correr riesgos, situarse enfrente del bipartidismo para
construir hegemonía y perspectiva de alternativa, salir a la calle
pero también dar ejemplo en las limitadísimas instituciones.
Empezar en Andalucía
La Casa Común y la Unidad de Acción
de la Izquierda son dos cuestiones imposibles de desarrollar junto al
PSOE porque deben basarse en un programa alternativo y
anticapitalista. No podemos caer en la reacción y beneficiar al PP
con tal de perjudicar al PSOE, mucho menos podemos sucumbir
ante las mieles que ofrecen los que han convertido a Andalucía en un
cortijo. IU se debe a sus militantes y a sus votantes, ellos deben
marcar el camino a seguir. La tarea inmediataba de IU es construir
hegemonía y eso significa que no puede salvar al PSOE de la quema,
sino que debe desligarse radicalmente de él.
Este conjunto de premisas o conceptos
básicos simplísimos nos dicen que IU lo que debe hacer es apoyar la
investidura de Griñán a cambio de unos cuantos puntos programáticos
y pasar, automáticamente, a la oposición. Desde la oposición debe
forzar al PSOE para que haga políticas de izquierdas y debe tener
cintura y vista para que no se produzca ningún efecto boomerang.
Esta es mi opinión.
Creo que la reflexion es correcta "Desde la oposición debe forzar al PSOE para que haga políticas de izquierdas y debe tener cintura y vista para que no se produzca ningún efecto boomerang". Seguramente, al final, con pacto o no, acabarán gobernando juntos, o en la misma linea, como hasta ahora, PP y PSOE. IU debe ser la mosca cojonera y aprovechar las discrepancias para forzar politicas de izquierda.
ResponderEliminarSaludos